lunes, 22 de noviembre de 2010

LA MENTIRA DE LAS VERDADES

(Entre la realidad y la ficción)
      Siempre recuerdo a Fray Luis de León cuando escribió estos famosos versos que empiezan así : “Aquí la envidia y la mentira me tuvieron encerrado…” Fue una de las primeras lecturas que me hablaban de la mentira. Aproveché del título de una de las obras de nuestro Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa para cambiarle  de orden y usar la máquina del tiempo de H.G.Wells y tratar de separar la realidad de la ficción  que parece que a veces se juntaran y así mezcladas nadie se va a dar cuenta.
      El diccionario de La Real Academia la define como expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa. Nosotros jugamos con la mentira desde que somos pequeñitos. Cuando un niño rompe algo y el papá o la mamá preguntan quién fue…el niño o la niña tienen dos opciones : la primera decir “Yo no fui”; la segunda contestar “Fue Luchito o Juanita”. Esta mentirilla lo sacará de apuros. Cuando los chicos hablan por teléfono con sus amigos o amigas varias horas, y les  preguntan “¿Quién estuvo hablando?..la respuesta es obvia…”Yo no fui”
Siempre tenemos a la mentira como una salvación. Los hombres tenemos una reunión y al regresar a casa “entre pisco y Nazca”, la señora nos pregunta si hemos tomado demasiado, la respuesta será algo así como dos vasitos nada más. Una mentira agradable y una justificación de la reunión con sus amigos.
En la literatura tenemos a Papá Geppetto que creó a su muñeco Pinocho (Pinocchio) aquella marioneta de madera personaje de Carlo Collodi que se convirtió en realidad y cuando decía sus mentiras, le crecía la nariz. Si nos ponemos a pensar en todas las personas que mienten, cuántas tendrían la nariz como Cyrano de Bergerac…supongo que muchas. Sin embargo, pienso que cuando las mentiras no hacen daño, la Literatura y la moral van bien de la mano. Pero cuando se emplea el poder para mentir, es cosa seria. Qué pensarías tú querido/a lector/a si sabes que te sustituyen por otra persona quien recibió un premio sin haber preparado al campeón. ¿Aplaudes la inmoralidad?,¿ guardas silencio para no comprometerte?. ¿Denuncias el hecho o entierras la cabeza como el avestruz?...te pregunto porque este hecho para algunos es una realidad, y para otros, una ficción… ¡No pasa nada! Es la expresión que escuchamos a los contertulios…¿ Es la ley? Me pregunta un lector…Couture, el gran jurista uruguayo escribe el decálogo de los abogados y en uno de sus principios nos dice que hay que creer en la ley y en la justicia; pero si encontramos que la ley y la justicia se hallan encontradas. Hay que luchar por la justicia. Jesús, Maestro de Maestros, siempre tuvo muy presente que la ley de Dios estaba por encima de la ley de los romanos. La justicia divina es una enseñanza constante para todos nosotros. Sin embargo, no bastan las palabras sino los hechos. No bastan las sonrisas y los saludos porque la dignidad no se mide por esas características sino por la honestidad y la verdad. Platón decía: Soy amigo de mis amigos, pero soy más amigo de la verdad, es por eso que desde esta columna aplaudo a las personas que realmente estudian para ser mejores como claretianos, como personas a través del ISO 9001, pero también sé si las columnas en las que se sustenta la Institución está resquebrajada por la mentira y la maldad de algunas personas. Prefiero ingresar a la ficción y decir como el poeta José Santos Chocano “Los encerraré en la cárcel de mis versos y les pondré como reja mi propia lira” o tal vez les ocurra como Pinocho-sea hombre o mujer- que les crezca la nariz.
                                                                       DICEBAMUS HESTERNA DIE

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