lunes, 21 de noviembre de 2011

LYN DE MAREC

A pesar de  que los pescadores me dieron un poncho ayacuchano para cubrir mi desnudez, me moría de vergüenza. Las miradas de las mujeres de la playa eran injuriosas. Me insultaron, me lanzaron piedras. Una de estas,  me cayó en el codo derecho y me produjo un dolor agudo. Los niños hacían ronda y me gritaban ¡Loco!...¡ Loco!...las viejas de la caleta de pescadores, murmuraban persignándose ¡Desvergonzado!...¡Supaypawawa!...¡Dios nos libre de este engendro del demonio!
Mi vida corría peligro. Intenté huir, pero  era difícil. En ese momento escuché la sirena de la policía. La gente huyó. No quería problemas con la justicia. Bajó un capitán y varios guardias civiles. Los policías sacaron sus varas para constatar si el loco-o sea yo- era violento. Cuando estuvieron a punto de darme una catana, el capitán gritó ¡Alto! Se acercó a mí y su rostro se me hizo conocido. Uno de mis alumnos de la Universidad. Profesor, ¿se encuentra bien? Le dije que sí y le conté una historia para que me crea. Por supuesto que él  no me creía, pero el respeto con que me trataba decía que sí.
“Fueron unos asaltantes que me quitaron todo”. Les conté a la policía. Lo bueno fue que me llevaron a mi casa. Estuve encerrado varios días con sus noches Fue así que durante muchas horas estuve revisando libros sobre licantropía, vampirismo y transformación,  en mi biblioteca privada y quería saber si la ensalivación y los besos dados por una loba que antes fue mujer,  tenían que ver con la cofradía, fundada en el siglo XII y  que pertenecía al grupo de lo que mis amigos llamaban animagos. Era necesario una reunión urgente con el Gran venerable de la Cofradía Jurásica del Gran Sol.
El séptimo día realicé un viaje al nuevo domicilio del  Venerable Hermano Lobo quien iba a celebrar el cumpleaños de la vizcondesa Lyn de Marec. Ella era una hermosa mujer de sonrisa contagiosa y labios de color rojo sangre. Era una experta en Cibernética. Hacker por añadidura, sobre todo cuando se trataba de conseguir información para Jorginho, el empresario de joyas, diamantes de Sierra Leona, esmeraldas de Colombia  y biólogo por convicción. La agraciada mujer se había casado cinco veces y supo sacar partido de sus esposos, la mayoría, sexagenarios. Sus admiradores la buscaban. El último era un pequeño y regordete con cara de futbolista del siglo XIX. El pobre no tenía  bienes ni títulos nobiliarios. Este sujeto pretendió entrar, pero los guardias de seguridad no se lo permitieron. La vizcondesa-que lo observaba desde una ventana- le hacía gestos para que se retirara, pero el hombrecito la miraba extasiado y no se movía. Al final, el equipo de seguridad llamó a la policía y dijo que un tipo estaba merodeando los alrededores de la residencia. Cuando llegó la policía se lo llevaron y el tipo gritaba como un demente.
Los grupos esotéricos han sido la pasión de mi hermano Lobo. Estoy seguro que su metamorfosis es la de lobo porque hace muchos años me comentó que le llamaban así  porque usaba una barba luenga de color negro. Si mal no recuerdo, yo también usaba barba pero nunca aullé. Ahora estaba preocupado por aquel ósculo que me convirtió en un lobo. Cuando volví a mi estado normal, no tenía sangre en las manos ni en la boca. Me pasé toda la noche en la bendita playa. La vizcondesa Lyn de Marec tenía su residencia de playa en aquella Caleta y nos cuenta que escuchó unos aullidos desesperados y desgarradores. Pero ella no estaba sola. Como buena amante de los diamantes, invitó al joyero Jorginho de Ipanema para una sesión de música, pero invitó también al Barón von Benjamin, amante de la cultura francesa y las bellas mujeres. Ellos escucharon mi voz, bueno, mis aullidos.
Esta vez, el hermano Lobo me invitó a una cena donde iba a asistir la vizcondesa. También estaba presente una dama judía alemana descendiente de la familia del mítico Noé. Ella sabía por qué la pareja de animales en el arca y por qué los hijos de Noé y la fauna. Invitaron también a un chamán peruano que respondía al nombre de Ron como el personaje de Harry Potter. Su nombre era Ronald, pero lo llamaban así, a pesar que su pasión era por la cerveza que la aprendió en los veinte años que vivió en Hamburgo. Ron era de contextura delgada, siempre con una pipa  en los labios y no hablaba en las conversaciones.
Al fin pude ver a la vizcondesa. Ella entraba al salón principal de los brazos del descendiente del filósofo inglés que acuñó la frase interesante. “Homo homini lupus”. En una de las orejas de la bella Lyn destellaba un diamante como el de Fatma, la dama de Sierra Leona. Era su regalo de cumpleaños y esta noche, ella era la reina del palacio. Entre los invitados estaba además de Herr Sansón von Benjamin, Yanira von Esquenazi el conde Hectorius de Auseville, Luis Alberto de Sajonia, el conde Norberto Troll, Irascema do Bahía y la marquesa de Castelforte. No eran los únicos. Eran mis amigos. Pero había otras personas y alguien más. Sí alguien que me miraba desde el segundo piso. Estaba vestida como una mujer saharawi cubierta con una manta rosada y su infaltable celular. No sé si había heredado desde aquella vez en la playa , la capacidad para tener un olfato finísimo que pueda percibir aquel aroma oriental de patchuli. Quería conversar urgentemente con Jorginho, pero sentía que iba a ser difícil porque le llenaba de atenciones a la vizcondesa y le decía cariñosamente” ma petite enfant “. Von Benjamin miraba circunspecto a la mujer que irradiaba sensualidad. Quiso levantar la voz para decirle que deseaba conversar con ella unos minutos, pero todo el esfuerzo de Sansón se convirtió en un inteligible “croac” que no pudo ser percibido por los demás porque la música de Jazz dirigida por el austriaco Oswald no permitió que los demás escucharan. Algo estaba sucediendo. Corre al baño le dije porque su ropa estaba cubriendo todo su cuerpo y un ligero color verdoso se traslucía a través de la corbata. “Croac”, volvió a emitir Sansón y desapareció de la mesa para irse a la piscina a recuperar fuerzas. Una vez cerca de la piscina de color celeste, se le cayó toda la ropa y se lanzó a la piscina y se zambuyó ante la mirada atónita de un hombre de seguridad.
Aproveché que mis amigos rodeaban a la coqueta vizcondesa y subí al lugar donde vi a Yasmina. Había tantas habitaciones. Estaban cerradas. Usaba el olfato que se había desarrollado en mí y seguía la pista del aroma oriental. En uno de los pasadizos de una alfombra persa y cuadros en las paredes, había una puerta entreabierta. Logré entrar. Era una biblioteca. No había nadie. En lugar de continuar mi búsqueda, leía los títulos de los libros y me eran familiares: El lobo estepario; Comillo blanco; El libro de la selva; Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse,  Amanecer; El conde Drácula; Frankestein; El Dr. Jekyll y Mr. Hide;  otros libros de Literatura; Las mil y una noches y muchos más.
Había una foto dentro de un marco de plata: un joven de barba negra y una niña de un rostro encantador y cuyos ojos eran tan fuertes y negros. Parece que era su hija pequeña. Una idea martillaba mi mente: ¿Padre e hija?.. . ¿Acaso mi amigo Lobo era el padre de esta niña que se parecía mucho a Yasmina?  ¡Dios mío! ¡No podía ser! Yasmina estaba entre los invitados. Jorginho no me dijo nada de ella. Yasmina estaba en la casa. ¿Qué hacía una mujer que se transformaba en loba en la casa de un animago que también se transformaba en …lobo.? Empecé a atar cabos y recordaba que Jorginho estuvo desterrado por varios años por oponerse a la política exterior de un dictador. También recuerdo que vivió un tiempo en Sudáfrica y en Sierra Leona. Era amigo de Fatma. Ese diamante en la oreja de la mujer de ébano. Alguna vez traficante de diamantes y héroe anónimo por la liberación del pueblo saharawi. ¿Qué más puedo decir? Allá conoció a alguien y aquella niña era su hija. Sí, era Yasmina. Ambos lobos por obra y gracia de la naturaleza. No sabía si reír o llorar. Había en el espíritu de ambos una sensación de paz y lascivia. La sangre y la ferocidad no estaba en ellos. Entonces, no formaban parte de la temida secta de los licántropos que causaron mucho daño en Hungría, Rumania, Albania y Macedonia.
El perfume del patchuli se hacía más intenso. Ella estaba cerca de mí. Yo estaba nervioso, pero quería verla. Muchas preguntas estaban en mi mente. Como ella era tan extraña, podría huir, rechazarme o en el mejor de los casos acercarse si yo la llamaba. Allí está e ingresa a la biblioteca. Sabe que estoy aquí. Cuando me vio, se acercó lentamente, me miró y me ofreció sus labios sin decirme nada. No la pude rechazar. No hubo palabras, solo silencio y la unión de sus labios a los míos. No tengo idea cuánto duró el beso. Solo sé que fue intenso. Escuché unas voces. El dueño de casa y alguien más. Cerré rápidamente la biblioteca y parece que se dirigían a otro lugar. Ella casi no hablaba. Me miraba con sus bellos ojos negros. Cuando tomé  sus manos entre las mías, pude notar que eran muy delicadas y sus uñas de un color rojo sangre no eran largas como la de una loba. Estaban recortadas. Le pregunté por la fotografía del hombre y la niña. Me dijo sin rodeos. Es papá y yo. Su madre murió en un bombardeo en su pueblo saharawi. Marruecos quería desaparecer su pueblo y su padre la rescató de un grupo de soldados que estuvieron a punto de hacerle daño. Le pregunté si estaba armado en aquel momento. ¡Noo! Me refutó. Se convirtió en un lobo gigantesco y los cobardes huyeron. Logró sacarme de aquel lugar, después de donar parte de su fortuna al Frente Polisario. Hemos vivido en varios países de Europa y África hasta que me trajo a este bello país.
Yasmina no me contó que su metamorfosis es por herencia de su padre. Su delicadeza del momento no le permitió decir más sobre este hecho. Ella y su padre no pertenecen al grupo de lobos sangrientos a pesar de que sus más enconados enemigos y enemigas son los vampiros y vampiras que están muy cerca de su entorno nobiliario y palaciego. Además, sus buenos amigos son todos animagos: desde un conejillo de Indias, lobos, caballos, aves, pandas, osos,  panteras hasta un troll que es un gigante de buen corazón. Mientras yo le acariciaba su cabello, me preguntó directamente: ¿Tú eres amigo de mi padre? Le contesté con ternura que sí,  que hemos trabajado juntos en Inglaterra en una institución dirigida por el Arzobispo de Canterbury. Además escribimos al alimón una obra de musicología sobre la danza frenética de los indígenas del Amazonas, en la parte brasileña. En ese país conocimos a Irascema do Bahía y al conde Nolberto Troll.  Yasmina estuvo en un colegio inglés durante cuatro años. Allí conoció a Elisabetta di Sardegna, Rowina de Southampton y Alejandra del Cuadro, tres amigas inseparables y adolescentes que la miraban con respeto pero que no formaba parte de su grupo… sanguíneo .

Yasmina iba a continuar con la información, pero en ese momento, se escuchó una tarjeta que permitió que se abriera la puerta, nos escondimos detrás de una cortina negra e ingresó su padre. Tomó un libro de la biblioteca: El libro de la selva y llamó a Bagheera. Para sorpresa mía, ingresó la vizcondesa y observé con asombro,  como ella se convertía en una pantera de piel brillante. A su lado estaba un lobo gris que acariciaba con su cabeza al bello animal que estaba a su lado. Salieron por la puerta. El libro estaba en el suelo. Yasmina me miraba. Sentía que me hipnotizaba con sus ojos. Me quedé dormido y cuando desperté,  ella ya no estaba. Traté de olfatearla, pero nada. Su aroma característico no lo sentía. Busqué una ventana para ver la luna y preguntarle por ella…
nada. Solo vi en el inmenso jardín a un lobo gris y a una bella pantera que jugueteaban con la noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario