viernes, 25 de marzo de 2011

Ayer

Anoche escuchaba a Paul Potts y a medida que escuchaba a este magnífico tenor del pueblo, venía a mi memoria las canciones que escuchábamos hace varias décadas con Toto y Benjamín. Desde la música andina, música  francesa,  música brasileña sin dejar de lado a Frank Sinatra, Charles Aznavour, Vinicius de Moraes, María Betania y los tres tenores extraordinarios como Carreras, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti. ¡Maravilloso! Si bien es cierto que respetamos los gustos de muchas personas de nuestro entorno que no pasan de la salsa y el merengue, pero la afición por la buena música además del jazz y la música clásica nos unió más. Sin embargo, el tiempo, aquel señor de mirada displicente, maléfico tirano que no está para perdonar, nos juega constantemente una mala pasada. En la primera tuvimos tan cerca a Chacho y a Jorge Tovar (Toto). Estaba en un curso en la Universidad de San Marcos. No podía faltar. No los vi. Solo supe que estuvieron en el centro de reunión. Ahora lo esperamos tanto Élber, Benjamín y yo pero no lo encontramos a Toto. Estuvimos media hora en aquel lugar de la amistad. Preguntamos a la gente del lugar y una joven nos dijo que “Un señor estuvo allí y preguntaba por nosotros”. Sentía aquella información como si hubiera sido años y que nuestra figura se tornara etérea. Sentía como los niños que ya no iba a encontrar a mi gran amigo. Benjamín llamaba por teléfono, Élber, también…nada. El teléfono apagado. En la casa, nadie. Alguien se debe estar burlando de nosotros, ¿El tiempo? No sé. Los segundos, los minutos y las horas se deben hacer  eternos para Jorge. Nuestro rostro de desaliento intenta otra vez con los celulares. La realidad es que no estaba presente y lamentamos mucho que él no  se encontrara con nosotros que lo extrañamos mucho. Después nos enteramos que él  se reunió con otros amigos. No tengo idea cómo fue. El fatídico tiempo nos volvió a tomar el pelo y eso que Benjamín no los tiene. Sé que mi amigo no me llama porque hasta ahora no me acostumbro a  ese juguetito de muchos y desconsuelo de pocos. Trataré de tenerlo encendido o llevarlo al trabajo para que así pueda comunicarme con Jorge. Sé que hay algo importante que se desgasta por obra y gracia del malhadado personaje, pero la amistad cultivada durante muchos años no se va jamás aunque no nos veamos, aunque ya no estemos tan cerca donde todavía pueda escuchar tus chistes, tu presencia con la aurora en el colegio, tu don de gentes, tus corbatas que varios de tus amigos celebramos con nostalgia, el ser atento con todos y muchas virtudes que te convirtió durante muchos años en el profesor más querido del colegio

                                                                   Te queremos mucho Jorge

                                                                                                                       Benjamín, Élber y Eddy

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