martes, 8 de marzo de 2011

La Ñ y la vida del vecindario

¿Se acuerdan de aquella señorita regordeta, con los pies firmes y un bello sombrerito o virgulilla que causaba una sonrisa a las flacas como la “l”, la “i” que estaban siempre en el gimnasio. A decir verdad, esta señorita copiosa por naturaleza y con su sombrero coqueto no era muy bien recibida cuando aparecieron las computadoras. Algunos malvados personajes de habla inglesa, querían desaparecerla. ¡Oh!, eso es un crimen, dijo su vecina, la “o”. “Apiádate de nosotros manifestaron la “m” y la “n”, sus hermanas,  que también eran gorditas y sanas. María, Madre mía, oraba la “m”. No puede ser, gemía la “n”. Los jueces gramáticos y los lingüistas, sugirieron que se emplee una forma matemática para que salga la “ñ”. La “Q”, que tiene poca familia en el diccionario, le brindó su apoyo porque ella también sufrió mucho.
¡Qué hermoso es cuando los amigos y familiares son solidarios! Dijo la “a”. La amistad y el amor que son palabras creadas por Dios y que yo las registré en el banco del diccionario nos ayudarán bastante. La “ñ”, había enflaquecido. La lluvia empezó a caer y ella se refugió en la “T” que tenía un paraguas incorporado. Tonta de mí sollozaba la damita del sombrero. Los ingleses me acosan, pero tomaré fuerza a través de mis riquezas que son las palabras de mi entorno. Le pediré a Óscar que me preste a su ÑAÑO que es fuerte para que me sirva de guardaespaldas. Me teñiré el sombrero para estar más guapa. Es el año de un gran sueño y acompañaré a mis hermanitas del abecedario. No hay que echar más leña al fuego. Subamos a la peña y calmemos el llanto del niño. Con un jugo de piña, basta y a jugar con los versos como lo hacía doña Cañona de la rica caña…
                                   Nací en la España 
                                   Y en La Coruña
                                   Bebía caña
                                   Tenía cuña
                                   Usaba moño
                                   De traje añeja
                                   Casa de antaño
                                   Vida de hogaño
                                   Usaba armiño
                                   Mostraba el puño
                                   Me daba el baño…
Así jugaba con la protección de mi vecindario y recibía ayuda de mis amigas que aunque te rías,  es la verdad.
La A, me brindó su casita.
La B, me enseñó la base para una casa de dos pisos.
La C, se convertía en tobogán para divertirme cuando era niña.
La D, me daba sombra, cuando el sol arreciaba.
La E, me servía de trampolín para bañarme en el río.
La F, me prestaba el segundo piso de su casa para columbrar el horizonte.
La G, lúdica y pensativa.
La H, fortalecía mis brazos con su barra fija.

La I, me animó a la palestra.
La J, sentada de tanto jugar.
La K, pituca y racista.
La L, me enseñó geometría.
La M, es mi hermana mayor.
La N, un poco renegona. Siempre dice ¡Nooo!
La O, rica, tiene muchos bienes, pero es solterona. Necesita de alguien que sea alto apuesto como el  “1”.
La P, me enseñó el arte de la guerra.
La Q, sufrida y valiente. Tiene pocos parientes.
La R, ruidosa y bailarina.
La S, practica danza y aeróbicos. Las personas que la envidian dicen que espera un bebé.
La T, siempre solícita cuando llueve hasta que escampe.
La U, duerme “patas arriba”. Es soprano de coloratura. La X, gusta de filosofar; la y, lavandera y la Z, metida en el mundo de la política.
Regresaré pronto. Ya estoy en las computadoras. Creo que me dedicaré a la política. No seré tan liberal como zeta quien hace poco ha tenido un juicio con los integrantes de la DRAE. Ellos quieren que ya no se llame Zeta, sino “Ceda”. Los haré zapatear-me dijo mi amiga que vive en el extremo del pueblo-. Toño, circunspecto y misterioso con sus lentes me dice que yo soy conservadora porque siempre ando con mis sombreros. Si supiera que me protejo de los rayos solares. Carole y Luz Marina me han regalado cremas contra el sol y saldré adelante. ¡Qué coño!, diría mi tío Añaños que tiene su fábrica de gaseosas. Doy gracias al Señor y me retiro pacíficamente sin riña ni maña.

                                                           La señorita Eñe

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