viernes, 9 de septiembre de 2011

En algún lugar del Colca. . .

No es tan fácil aceptar tantas versiones sobre la desaparición de un joven. Ha transcurrido más de cien días y el tiempo permanece inexorable. Se burla de nosotros. Ella también lo hace con su fácil sonrisa y su rostro sin lágrimas. La búsqueda continúa y miles de jóvenes no quieren aceptar su muerte. Yo tampoco,  porque defiendo la vida a pesar de todos los inconvenientes, los alcances de la tragedia, el dolor y la desesperación. La vida de este muchacho es alimentada con los diálogos de la gente, las preguntas incisivas de los periodistas, el mundo mediático, la protesta de las madres y la angustia de los Padres de Ciro. Las fotografías que vemos en los diarios y en la televisión nos presenta a un chico sonriente, amante de la naturaleza y que se ha convertido en un personaje de novela que no tiene final porque su esencia es real, física. Es un Augusto Pérez, personaje unamuniano que se rebela contra el autor y que no quiere morir y le plantea a Don Miguel por qué no se muere él. Nosotros le damos vida de ficción, de esperanza, porque no queremos aceptar a la muerte. Solo queremos que alguien nos diga qué pasó en el Colca o en cualquier otro lugar. Qué le hicieron a este muchacho, estudiante universitario, identificado con la naturaleza que parece que la tierra se la tragó o se impregnó en las paredes de las montañas como Eco por el amor hacia Narciso. ¿A quién le vamos a pedir ayuda? Son los apus quienes nos tienen que ayudar, me decía un arpista ayacuchano. Los dioses saben dónde está me comentaba un amante de la mitología griega. Apaídele a Helios. Él te va a ayudar. En ese caso habrá que convencer a Rosario para que nos diga de una vez por todas dónde está Ciro. Las versiones aumentan. ¿Fugó?...Había una tercera persona?...¿Lo masacró la policía en Madrigal?...Truman Capote escribió A SANGRE FRÍA cuando se enteró de un crimen, pero acá, en nuestro país, es una situación que no está resuelta. Nadie se evapora. No se lo llevaron los extraterrestres. Solo sabemos que no lo han encontrado y que sus familiares esperan una respuesta para que a través del dolor puedan estar tranquilos porque la incertidumbre nos aplasta y hay que tener coraje para decirle al Poder Judicial como Cicerón a Catilina ¡Hasta cuándo!

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