miércoles, 21 de agosto de 2013

LA DANZA DE LAS HORAS

Era las tres de la tarde del día viernes y las salas de cómputo estaban con las máquinas ocupadas. Primaria y Secundaria se disputaban los ordenadores. Entre el trabajo y la preocupación se escuchaba las voces de las profesoras sobre el próximo té en el Hotel Los delfines. También comentaban sobre las unidades y las sesiones. Los verbos más utilizados eran subir y bajar. También escuchaba colgar y digitar.
Por otro lado, nos presentaron un nuevo profesor de Inglés mientras Ana María Gómez-Sánchez decía en el idioma de su nieto: “Sono molto stanca”. Cecilia saludaba al nuevo profesor Hi!... y Luis Arévalo renegaba en castellano el paro de transportistas. El frío golpeaba con furia y las cafeterías batían record en la venta de café.
Katherine vino de un largo viaje y el invierno limeño calculador y zafio zarandeó la salud de mi estimada amiga y le propinó una gripe que nuestro querido galeno le aconsejó que tomara  panadol antigripal. Yo que estoy saliendo de la gripe con tos y la garganta resquebrajada aconsejo a mis amigos que tomen un calientito a la huancaína como aquel que bebimos en un congreso y que nos curó de la mejor manera.
Se acerca la Inauguración de las Olimpíadas Claretianas. El ensayo fue el miércoles. Todos vinieron con la casaca de buzo y jean, además de zapatillas. La comodidad, primero. Se sigue revisando la carpeta pedagógica y la de tutoría, también. El viernes 23 es fecha clave. Se alistan los motores para Los Juegos  Florales Lindvergth Tello Mejía. La gente se divierte por esta expresión: “Me alegro de no haberlo enviado”.

¿Cuál será la mejor manera de evitar tensiones? Alguien dice un chocolatito; otros, sugieren un margarito. De repente un cuba libre o tal vez un café descafeinado o un capuccino como sugiere Lisset. Es cuestión de gustos y de tiempo. A propósito del tiempo, parece que se hubiera reducido. Los pocos que leían, nos cuentan que ya no tienen tiempo. Hay tiempo para amar, para admirar la naturaleza, para saber decir que no, para esbozar una sonrisa y para imaginarse que el día dura como en Júpiter, aunque muchos estemos en la Luna y actuemos como en Marte donde el dios de la guerra nos cubre con su capa de odio, venganza, revanchismo, envidia y qué sé yo. Si de planetas se trata, entonces, me traslado a Venus y respiro el vino divino del amor y saco del carcaj algunas flechas de oro para que el arco se encargue de borrar la indiferencia y mientras desaparecen las flechas de plomo, Eros nos regala una sonrisa para mitigar la tristeza que nos embarga.
                                                                                                                                       Don Lucas                       

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