lunes, 11 de noviembre de 2013

EL DÍA DE LOS AMIGOS

Este “shabatt” judío se tornó claretiano porque pude saludar entre tantas personas a mis amigos. Uno de ellos fue el “viejo” Montenegro. Así lo llamamos con cariño y cuando trabajaba con nosotros, siempre con la sonrisa en los labios y una vitalidad que muchos quisiéramos tener, Lucho Montenegro era toda una institución en el mundo de la regencia y de los amigos.
Me acuerdo un día, nos invitaron a una fiesta y no sé cómo tocaron un “pasodoble” que lo había visto bailar cuando era niño. No me explicaba a quién se le había ocurrido poner esa música que la gran mayoría desconocía. En ese momento, Luchito Montenegro sacó a bailar a una damisela de “sin cuenta” y bailaron como si fuera algún lugar de España antes de la Guerra Civil. Todo un maestro en el arte de bailar. Nosotros, que ya habíamos tomado algunas copas de vino o cerveza celebrábamos aquel baile con ole por aquí, ole por allá, como si fuera una corrida de toros. ¡Que Dios te bendiga Luchito!...Un abrazo de todos tus amigos y un agradecimiento especial para Élber por haberlo traído.
Otro de los grandes amigos es Jorge Tovar, quien me estaba buscando para saludarme por mi cumpleaños que era el domingo 10 de noviembre. Yo estaba en la cancha 5, que era la última, es por eso que no podíamos vernos. Sin embargo, Jorge Tovar que es insistente, continuó la búsqueda y me encontró al final. No pude atenderlo porque los partidos de fulbito entre los exalumnos eran seguidos y no había respiro. Apenas tuve tiempo de comer el sánguche y la gaseosa que me invitó el Presidente de exalumnos. Lo del sol y la erisipela, me vino gratis. Eso pasa por no traer mi sombrero. Emilio me quiso prestar el suyo, que era un sombrero de hacendados, pero no me entraba. Yo soy XL.
Tuve la suerte de ser Presidente de mesa de dos equipos: La Promoción 73 y la Promoción 77. De ellas guardo buenos recuerdos. No todos fueron mis alumnos, pero la presencia de César “Chalaca Gonzales une a los exalumnos. Allí estaban en la cancha Bonilla que no solamente fue un buen alumno sino también un excelente futbolista y excelente profesional. Butrich, inconfundible con la barba gris y su talla que destacaba entre sus compañeros. No recuerdo a todos los que jugaban en la 73, pero también vi a Zorrilla y tengo que destacar que Rotalde sigue sorprendiendo con su juego elegante y efectivo. En la barra distinguí a Rivarola que era basquetbolista de la selección del colegio y a otros “muchachos”  de la 77.
Fue un buen partido donde cualquiera podía ganar. Hay que reconocer que “Chalaca” aunque ya no estaba para las chalacas, trató en varios momentos de hacer un gol de cabeza, pero no tuvo suerte. Lo mismo pasó con Butrich, pero el tiempo, enemigo cruel, y el físico les jugó una mala pasada. De todos los partidos que se realizaron, fue el más limpio, el más guerrero y un ejemplo para todas las otras promociones que el buen claretiano lo fue, es y será un ejemplo para las promociones venideras.
El otro equipo, es decir la 77 fueron mis alumnos alguna vez. Allí estaba un gran amigo y exalumno. Para mí resulta emblemático y lo relaciono con el inicio de CIEN AÑOS DE SOLEDAD, cuando un familiar del coronel Aureliano Buendía lo llevó para que conociera el hielo. Wálter fue con su padre al colegio para que alguien le enseñara a jugar básquetbol . Era un niño apenas, siempre con unos quilitos más. Yo estaba presente y jamás pensé que Wálter llegaría a ser uno de los mejores basquetbolistas que el colegio claretiano tuvo en sus buenas épocas. Pero Wálter no solo destacaba en deporte sino que era un buen alumno y una gran persona. A través de él saludo a todos los “chicos” de la 77 y pido a Dios que siempre los bendiga.
No fui el organizador pero saludo a los profesores que estuvieron presentes allí como César Bejarano, Emilio Acuña, Élber Mejía, Ýlder Mendieta, Francisco Angulo, Pepe Correa, Carlos Ramírez, Jorge Taico y todo el equipo de Educación Física.


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