martes, 5 de noviembre de 2013

ENTRE EL DÍA DE LA CANCIÓN CRIOLLA Y EL HALLOWEEN

El jueves 31 de octubre en la mañana,  escuchaba a los amigos sobre qué planes tenían para esta noche.
Las respuestas eran de acuerdo a la edad y al estado civil. Los que tienen de Cuarenta años para arriba se saludaban por el Día de la Canción criolla. Los más jóvenes, entre hombres y mujeres manifestaban que irían al club o a la casa de un amigo o amiga para celebrar el Día de las brujas. Su preocupación sería cómo irían vestidos. Algunas ya habían alquilado su vestuario;  otras, prefirieron comprarlo. Mi compañera…de trabajo lo confeccionó con la ayuda de su madre. Yo le regalé una calabaza y un paquete de caramelos para los niños y niñas que encontrara por la calle con el sonsonete de “Halloween…Halloween”.
Mis amigos de cuarenta para arriba celebrarían con cerveza cusqueña helada y anticuchos, pancitas, choncholí y un pan con chorizo y  bastante mostaza y ají. Cantarán algunas canciones criollas acompañadas de algunas lágrimas por esta canción que reza así: “Yo la quería patita/era la chica más buenamoza del callejón/y Ud. Compadre que me conoce yo soy derecho/que no podía corresponder a su corazón” Espero no haber cambiado la letra, porque más adelante decía: el blanquiñoso que la quería, la abandonó…y ¡Salud!  por aquí…Salud por allá. ¡Qué viva el Día de la Canción criolla!
Las mamás  con niños de meses a diez años, preocupadas por el disfraz de sus angelitos. Listas con sus calabazas y una tiza blanca para marcar en las puertas: Miserable, judío, coñete y de repente alguna maldición con la ayuda de sus mamis. Menos mal que vivo en edificio y veía pasar desde mi ventana a las brujas que gritaban a voz en cuello ¡Halloween…Halloween!
El gran negocio de las tiendas que alquilan disfraces y de las confiterías que vendían caramelos, chocolates, chupetes a granel. Es más, ahora las mamás se disfrazan también y gritan con esa voz que amenazan al padre de sus hijos Halloween…Halloween,.. Ahora vas a ver ¡Pascanita…pascanita! Es la que te voy a dar, ¡Sinvergüenza!
Si vemos todo el desarrollo de esta fiesta importada de Estados Unidos, encontraremos un nuevo elemento en esta parafernalia de globos, calabazas, brujas y bulla: Los ladrones quienes se roban las cámaras fotográficas, celulares, filmadoras y las carteras de las mamacitas que con tanto esfuerzo se prepararon para el 31 de octubre. ¡No es justo!
Los pobres maridos tienen que ahorrar desde Julio para comprar o alquilar vestidos, una nueva cámara fotográfica y una fiestecita que tendrá que realizarse en la casa porque la bebe no se puede quedar atrás de las otras niñas.
Algunas personas de otra religión que no sea la nuestra,  se paseaba por el bulevar de Magdalena gritando a voz en cuello que el Halloween es una fiesta del demonio. Con silbatos y bombos le dicen a la gente de las maldades de Satanás y las brujas malvadas que se han alejado de Dios. La mayoría de las personas que celebran el Halloween son católicas, pero en esos días se olvidan de su religión y que siga la fiesta.
Una vez que pasa el 31 de octubre los que celebraron El Día de la Canción criolla, se levantan tarde, porque las calles están desiertas. Se dirigen al mercado para tomar un jugo de papaya, o tal vez un cebichito con una cervecita bien helada, ”para cortarla”. Si no es de esa manera, podría ser un caldo de gallina o agua helada para refrescarse.

Ya no se acuerdan de Felipe Pinglo Alva ni de las intérpretes de la música criolla. Fue un buen motivo para tomarse unas cervecitas y “mover el esqueleto”, me decía un señor del Callao. Nuestra música criolla que no es conocida por los jóvenes va desapareciendo lentamente como los grandes intérpretes de antaño.

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