lunes, 4 de julio de 2011

AVE MAGISTER¡

El primer maestro que llegó a mi vida fue Jesús. Recuerdo que cuando era niño, me llevaban a la iglesia junto a los otros niños para  escuchar acerca de la vida del hijo de Dios. Después de la sesión nos regalaban mangos y nos íbamos contentos a casa. A medida que crecía, conocí a otros maestros que me enseñaron los libros. Entre ellos Hermes Trismegisto, Serge Raynaud de la Ferriere, Platón, Sócrates. Aristóteles, Ludwig van Beethoven, Johann Sebastian Bach, Chopin, Shakespeare, Joseph Conrad,  García Márquez ,  Vargas Llosa y tantos otros.
Gracias a los libros, los conocí e influyeron en mi vida y siempre les estoy agradecido. Además de los libros,  tengo que ser honesto y reconocer a los maestros que conocí  en vivo y en directo. El profesor de mis primeras letras me enseñó la pasión por los idiomas. Yo cursaba Transición (lo que ahora debe ser  Primer grado) y mi maestro me saludaba en francés .Está presente en mi memoria el Bon jour de Don Carlitos-como así lo llamábamos-
Cuando mi familia se trasladó a Trujillo, tuve dos buenos profesores de música. Uno de ellos fue el profesor Aníbal que nos inició en el coro  de la escuela y después el Padre Herrerra que formó un coro con niños de diferentes escuelas al cual yo pertenecía y estaba muy contento. En el colegio, tuve excelentes profesores de música (un violinista, un trompetista y un cantante-bajo y contrabajista).  Ellos pertenecían a la Orquesta Sinfónica de Trujillo y nos enseñaron a escuchar música clásica y asistir a los conciertos de música culta.
Otro gran Maestro fue el Dr. Virgilio Rodríguez Nache el Director de La Escuela de Arte Dramático. Un español que nos hablaba de los grandes autores del teatro universal y con el cual trabajé en varias obras teatrales. Por él, leí casi todas las tragedias griegas y muchas de diferente época. Lo encontré años después aquí en Lima cuando sustentaba su examen doctoral, Cuando me di cuenta que no había nacido para ser actor sino lector, dejé la Escuela.
¡No es maravilloso recordar a sus maestros!...mi profesor de La Escuela Superior de Yoga, con quien llevé cursos de Cosmobiología por correspondencia durante varios años. Se hubiera reído en mi cara si yo me hubiera atrevido a pedirle una constancia por estudiar Cosmobiología. Sin duda, los romanos se encargaron de esparcir por el mundo aquella expresión que reza “Las palabras se las lleva el viento; papelitos hablan” .Presumo que era para las buenas épocas de la honestidad humana. Hoy , que  existe el mundo ficcional de Azángaro donde puedes comprar tus títulos sobre todo cuando viajas a otros lugares-como me decía un ingeniero , que en verdad,  era pintor de brocha gorda. Es terrible decirlo y para hacerlo me tengo que apoyar en Platón cuando decía ”Soy amigo de mis amigos, pero soy más amigo de la verdad”. Muchos de los cursos que nos llegan-por no decir casi todos- no están sustentados a través de una evaluación. Tú asiste, nada más. Tienes varias opciones. O escuchas a los expositores, o te duermes o,  en el peor de los casos, recibes tu diploma después que se pagó el curso y antes de que empiece, De ahí , tienes otras opciones; o asistes al curso hasta el final o hasta que te canses, que de alguna manera, es una buena opción o recibes tu certificado, tus obsequios o libros y nos vemos con los Panchos “ (una vieja expresión limeña pero muy acertada).
Espero que entiendas mi querido lector (Baudelaire, lo hubiera dicho de otra manera), las dificultades de valorar un cartón sea constancia, certificado o título. Y la maravilla de estudiar lo que te interesa, fascina o necesitas. Sólo Dios sabe qué tanto aprendimos en estos cursos con cartón o sin ellos. Para aquellos y aquellas que en verdad aprendieron en las  capacitaciones diversas…¡Qué Dios los bendiga!...para aquellos y aquellas que recibieron cartones sin gastar siquiera en pasaje, que Dios los demande. Suena a juramento deportivo, verdad. Son palabras duras, pero es la realidad que pasa en nuestro país. No son las palabras del Señor Baquíjano y Carrillo en sus buenas épocas. Son en buena cuenta, parte de la historia que los romanos trajeron con su “Verba volent  scripta manent”.
Siempre quise ser músico, pero mis padres se oponían porque decían que eran bohemios.
Opté por Educación ya que mi abuela fue profesora (ella me decía que era preceptora). La música la he llevado siempre en mi corazón mientras me desempeño como profesor en el colegio. Aquí conocí a otro de mis maestros; Jorge Tovar. Él me dio las mejores lecciones sobre la naturaleza siempre que viajábamos a Huancayo. Igualmente me enseñó a amar la música andina. Yo le enseñé a tocar quena y juntos solíamos tocar a dúo en muchos lugares donde se respiraba amistad, porque él es un gran maestro de la amistad. Lo dicen sus discípulos. Lo decimos sus amigos. Lo dicen todos los que lo conocen de cerca.
Yo aprendí a tocar quena con el Maestro Alejandro Vivanco Guerra, un músico y antropólogo ayacuchano que nos enseñó a amar el Perú profundo. Lo último que yo hubiera hecho sería pedirle un certificado por todo lo que él me enseñó. Más importante que las constancias y certificados es lo que tú has aprendido .¿ Cómo podría pedirle un certificado de los cientos de libros que leí gracias a mi amigo Arnaldo? El fue mi maestro para acercarme a otros maestros a través de los libros. Viene a mi memoria los años juveniles cuando yo venía de una fiesta y me dirigía a mi casa. Pasaba por la casa de Arnaldo Fernández porque era el único que estaba despierto al igual que la expresión de Erasmo de Rotterdam, cuando decía de los libros “Maestros que no duermen cuando se les interroga”. Allí estaba Arnaldo, despierto, leyendo. Yo tocaba el timbre y me quedaba en su casa hasta que amaneciera. Salía de ella cargando una docena de libros que los devoraba en la semana con mucha emoción. Siempre visitaba a mi amigo para hablar de libros,  de música y  cine. Ahora comprenderán porque lo considero uno de mis maestros, a pesar de que no lo visito con frecuencia como cuando éramos estudiantes universitarios.
El último de mis maestros es mi profesor de violín: Hernán Valdivia. Agradezco sus clases de este maravilloso instrumento. El tiempo juega con él y no siempre está con nosotros. En su lugar están  Kelly, Brigitte y Dios sabe quién más. Gracias a todos ellos y ellas.
Los cursos más importantes de mi vida no tienen registro de un certificado. Dios es mi testigo de los libros que tuve la oportunidad de leer. Ningún curso de capacitación me hizo leer tanto como el hábito de lectura que inculcaron en mí los maestros que he citado y aquéllos que olvidé mencionar . Quiero agradecer a las Promociones 68, 69 y 70 que donaron mucho libros a la Biblioteca de nuestro colegio, en especial libros para niños y adolescentes y libros de Inglés. Lo más saludable en todo desarrollo es la crítica con honestidad, con la verdad con amor a la institución, con claridad. Si Jesús no hubiera sido crítico ante los judíos, ante los romanos, no hubiera crecido su filosofía del amor. No es el mundo del personaje “chicheñó” que describió brillantemente Don Ricardo Palma. Es la hora del esfuerzo, orden, trabajo y mejores condiciones de vida. La mayor parte lo estamos logrando para una certificación que acredite que estamos creciendo, que estamos avanzando. Sin embargo, tengo que decir en este DÍA DEL MAESTRO, de la misma forma que le preguntaron a BIante de Priene por sus riquezas: “YO LOLLEVO TODO CONMIGO !

                                               FELIZ  DÍA DEL MAESTRO

                                                                                              Eddy Manuel Gamarra Tirado
                                                                                                          profesor

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