La riqueza del idioma griego y latino incrementó las palabras de nuestra lengua. Nuestros incas le llamaron “simi” a la lengua y al idioma que ellos hablaban, “runa simi”. Este mundo que nos toca vivir durante varias horas al día empieza con dos palabras mágicas donde una de ellas es dactylo y la otra, es “digitus”. El significado de ambas es “dedo”. ¿Qué tiene que hacer un dedo en nuestras vidas profesionales?...mucho, me contesta el Dr. Larios, en base a la experiencia médica con el paciente Leopoldo Merino. Es por eso que le preguntamos a nuestro galeno querido.
¿Será el dedo acusador por haberme comido dos platos? , refunfuñó un comensal del almuerzo, por el cumpleaños del Padre Director. De ninguna manera, opinó Pepito Correa, el nuevo escanciador del vino divino de los dioses. El problema es otro, dijo Navarrito, mientras degustaba un pan con chicharrón y camote. El músico se explayó para narrar su mundo esotérico:
“Todo empezó cuando un lunes temprano, llegué al colegio a las seis de la mañana. La puerta estaba abierta…y en el fondo te vi. Sonó un timbre. Yo no sabía de dónde procedía ese sonidito perturbador. ¿Será de la Habana?, me decía mi conciencia salsera. Volvió a sonar, me puse en guardia. Le pegué un mordisco a mi pan con camote y chicharrón y empecé a cantar en voz baja-En el barrio la Cachimba, se ha formado la corredera…-otra vez la dichosa interrupción. Sentía como si fuera el piccolo de un duende que tocaba muy cerca de mí. Cambié la tonada y arranqué con Virgen de las Mercedes, patrona de los reclusos…me acerqué al reloj y puse el dedo para registrar mi asistencia…”naranjas huando” y con la sed que tenía se me vino a la mente aquella canción que me enseñó mi compadre espiritual Manuel León Hipocresía, morir de sed habiendo tanta agua…intenté otra vez y las lucecitas que están cerca a la puerta, parecían reírse de mí. ¡Ah caramba!, Esto es serio. Me miré el dedo pulgar, no había huellas digitales. Yo creo que es con el índice, pero cuando intentaba colocar el dedo, se desviaba hacia otro lado y me señalaba la imagen de la Virgen. Ella sonreía. Yo estaba asustado. Intenté con una bella canción para que me perdonara el pecado de la gula. Como estaba tan nervioso, acabé el sanguchito del Kyo y levanté mi registro aflautado para alcanzar la nota de Ave Maria gratia plena…y nada. Me miré el dedo mayor y sentía que me insultaba en Inglés. Con todo el bagaje anglosajón que llevo dentro de mí, le dije al dedo mayor Take it easy. Cuál sería mi sorpresa que en aquel dedo grande tampoco tenía huellas. …Que no quede huellas que no que no, que no quede huellas, se registraba en mi mente. Fue entonces que en mi desesperación grité “¡Toño…Toño! Nadie acudía en mi ayuda. Acudí al cordial, soy un hombre perdido, tampoco había huellas. Me imagino que de tanto tocar y tocar o de mucho comer y comer, mis huellas se habían borrado. Me quedaba el meñique y miré al último dactylo para ver si estaba mi salvación. Saqué mi lupa y empecé a ver el meñique con intención febril. Mi alma volvió al cuerpo. Sí tenía huellas. Hice la señal de la cruz. Coloqué el dedo en el reloj y esperé…esperé y el reloj me contestó con una risa mefistofélica INTENTE DE NUEVO.
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